El Héroe es una de nuestras construcciones míticas más reconocibles, un ser que al mismo tiempo representa todos los valores de una cultura. Comúnmente posee habilidades y rasgos de personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias.
Los héroes más célebres se acercan al estatus de dioses en algunas culturas, como son los casos de Hércules, Odiseo y Rama. Pero en esta tensión entre lo divino y lo humano es donde se nos pierden de vista, y los transformamos en seres lejanos, inalcanzables y mucho menos imitables. Es por eso que me interesa de sobremanera el personaje y lo que representa Fernando (o Hernando) de Magallanes, que finalmente es una gran invitación al arrojo y a, literalmente, navegar las olas de su tiempo.
El arrojo y la valentía de Magallanes se dan en un tiempo de hambre, de sed de exploración de conquista y descubrimiento. Mismo que vio como Portugal, un pequeño país al extremo occidental de Europa, se transformaba en una gran potencia colonial.
Magallanes tenía cerca de diez años cuando entró a servir como paje en la corte de la reina Leonor, consorte de Juan II de Portugal. Así que desde pequeño estuvo frente a conversaciones de poder, aunque al parecer estas le resultaban anquilosadas e inanimadas. Su deseo, su arrojo, estaba en medirse con el mar.
Tuvo que esperar, tuvo un matrimonio que terminó en resultados tristes, pero a los 25 años llegó su oportunidad y se abalanzó sobre ella con premura. Se alistó en la Armada de la India, en la flota de tan solo 20 navíos enviados para instalar a Francisco de Almeida como primer virrey de la India. Se sabe que permaneció ocho años en oriente y que estuvo en Goa, Cochín y Quíloa. Participó en varias acciones militares, incluyendo la batalla naval Kerala donde fue herido.
Participó en la primera expedición a Malaca mandada por Diogo Lopes de Sequeira, junto con Francisco Serrão, su amigo y posiblemente primo. Ahí fueron víctimas de una conspiración y la expedición terminó en fuga, pero su arrojo le llevó a arriesgar su vida, avisando a sus camaradas, acto que le valió honores y una promoción.
Sus ambiciones no solo eran militares, había mucho de emprendedor en el personaje, esto último lo acerca al sultán de Ternate, del que se vuelve consejero. Su amistad fue decisiva, pues de estas conversaciones, y posteriormente de sus cartas obtuvo información sobre los lugares productores de especias.
Unos años más tardes, en Marruecos su arrojo y sed de emprendimiento le jugó en contra, ya que fue denunciado por comerciar con los moros, lo que era un crimen. No tuvo más promociones, ni apoyo de las autoridades. El mundo se le había hecho estrecho nuevamente. Rechazó integrar nuevas tripulaciones y regresó a Lisboa. Hay que entender este periodo como uno de profunda introspección y dolor para el marino. Esta etapa sin viajes y de inquieta tranquilidad le sirvió para estudiar las cartas más recientes, investigando junto al cosmógrafo Rui Faleiro un pasaje hacia el Pacífico por el Atlántico Sur y la posibilidad de que las Molucas estuviesen en la zona española definida en el Tratado de Tordesillas, mismo que había determinado que la influencia en el mundo había quedado dividida en dos por una línea imaginaria en el océano Atlántico. España tenía el control de la zona oeste, lo que abarcaba buena parte del continente americano, además de las islas Canarias. Portugal, en cambio, controlaría toda la zona este, con territorios que abarcaban desde África hasta el océano Índico y el pico oriental de Sudamérica, que permitiría la colonización de Brasil.
Fernando de Magallanes creía en la posibilidad de llegar a las islas de las especias navegando hacia el oeste, sin necesidad de ir con sus barcos hacia el este bordeando toda la costa occidental de África, y posteriormente regresar a Europa.
Pese a ser un auténtico héroe de guerra, no obtuvo el apoyo del rey de Portugal, por lo que se dirigió al Carlos, V de Alemania y I de España, que no solo financió el viaje, sino que hizo caballero de Santiago al explorador. Este españolizó su apellido y en todo se comportó como un exiliado que acató de forma más que leal la soberanía del emperador. En aquel momento el poderío en los mares le pertenecía globalmente a Portugal, y la expedición, que comenzaría en Sanlúcar de Barrameda en septiembre de 1519, tenía por objetivo fundamental ocupar las Molucas, principales productoras de especias, y ponerlas al servicio del trono de los Habsburgo.
El viaje era extremadamente complicado, ya que entonces no había cartas de navegación de esa zona del mundo, pero Magallanes tenía que serle fiel a la llama que quemaba su estómago.
Casi cuatro meses después de abandonar España, la flota se acercó a la costa de América. El 13 de diciembre de 1519 tocaron donde hoy se encuentra Río de Janeiro. Desde ahí, siguieron la costa hacia el sur, donde encontraron un gran canal que se dirigía al interior. Magallanes y la flota navegaron hacia el interior pensando que habían encontrado la entrada al mar del Sur. Tras quince días se dieron cuenta de que aquello era una ensenada de trescientos kilómetros tierra adentro, el estuario del río de la Plata
Tras la decepción, fueron costeando el litoral a lo desconocido, llegando a la costa de lo que Magallanes llamó la Patagonia. No mucho después de eso los capitanes españoles, que debían obediencia al almirante luso de acuerdo con las capitulaciones reales, nunca confiaron del todo en él y provocaron una revuelta que acabó con la decapitación de sus principales cabecillas
A pesar de esto el Portugués siguió al sur y entre el 21 de octubre y el 27 de noviembre de 1520, pasó el estrecho que une los dos océanos. Cruzarlo fue muy difícil, dado lo complicado de la costa. Magallanes lo bautizó como «estrecho de Todos los Santos», aunque actualmente se conoce como estrecho de Magallanes. Los españoles avistaron numerosas hogueras en la costa sur, es por ello que los españoles denominaron al mismo “Tierra del Fuego”.
La tripulación del barco que llevaba los víveres huyó de vuelta a España, la hambruna y el escorbuto azotaron a su tripulación, hasta el punto de que se pagaban cuantiosas monedas por una simple rata para devorar. El agua se pudrió, apareció el escorbuto y los hombres comían incluso cuero reblandecido y serrín.
La suerte les volvió a sonreír, cuando encontraron una isla en la que los navegantes aprovecharon para descansar y recoger víveres. Pronto acudirían a aquella isla numerosos indígenas con regalos para estos nuevos visitantes.
Buscando las Molucas, Magallanes y los suyos llegaron a la isla de Cebú, perteneciente al archipiélago que más tarde se conocería como «islas Filipinas» en honor de Felipe II. Habían llegado al Extremo Oriente, cumpliendo el proyecto de Cristóbal Colón. Magallanes encontró su fin el 27 de abril de 1521 en la batalla de Mactán, luchando contra una tribu cebuana encabezada por el jefe tribal Lapulapu.
Elcano sería quien regresase a España, pero la historia lo pondría en un lugar secundario, lejos del sitio del héroe. La aventura que Magallanes culminó, financiada por la corona de España y comerciantes sevillanos, fue ideada, planificada y abordada por un portugués que renegando de su rey acabó sirviendo a otro extranjero.
Me atrevo a decir que Zweig hace el mejor retrato del navegante, al que describe como un personaje paciente, pero determinado, un emprendedor y un líder minucioso, que navegó las aguas de su tiempo, más allá de sus fronteras.
Si llegaron hasta acá les tenemos un pequeño regalo, los característicos spoilers.
Nos estamos viendo en otra entrega revelando los secretos que nos trae Explorandum, la Era del Descubrimiento.
Me gustaría tener estas cartas ya que son del arquetipo que uso y también porque me gustan las historias principalmente relacionada con la era de la edición. Cuando salió la edición de Dominios hace un tiempo, yo no jugaba mitos pero gracias a esta edición me conecto al juego hasta la actualidad.
🙂 Gracias por tu comentario y buena onda.
Gracias por este contenido y por recomendar libros, eso nos hacia falta en este juego.
Voy a recomendar libros cada vez que me sea posible.
No contento con una excelente lección de historia parte enganchando con una introducción a los Héroes.
¡Super!
Muchas gracias joven!
Ufff que buena historia
Muy bueno! A seguir compartiendo