El gnosticismo es un conjunto de tradiciones religiosas y filosóficas que surgieron en los primeros siglos de nuestra era, ofreciendo una interpretación única del mundo, de la divinidad y de la salvación.
Se caracteriza por su énfasis en el conocimiento (gnosis) espiritual como camino hacia la salvación y por su visión dualista del mundo, que distingue radicalmente entre el plano espiritual, considerado bueno, y el material, visto como corrupto o inferior.
Este conjunto de ideas religiosas, espirituales y filosóficas experimentó un resurgimiento en interés y reinterpretación durante el siglo XIX. Este resurgimiento fue parte de un movimiento más amplio de interés en el esoterismo, el ocultismo, y las tradiciones místicas antiguas que florecieron en Europa y América en ese período. En el siglo XIX, el gnosticismo fue redescubierto no solo como un objeto de estudio académico sino también como una fuente de inspiración espiritual y mística para varios pensadores y movimientos.
La erudición del siglo XIX comenzó a examinar más detenidamente los textos gnósticos disponibles, como aquellos mencionados por escritores eclesiásticos de la antigüedad. Este fue un precursor importante para el descubrimiento del siglo XX de la biblioteca de Nag Hammadi, que proporcionó un acceso directo a los textos gnósticos.
Abraxas
Abraxas es una figura mística, bastante compleja que aparece en varios sistemas religiosos y filosóficos, aunque brilla con luz propia en el gnosticismo.
La naturaleza y significado de Abraxas han sido objeto de mucha especulación y análisis, debido a las variadas representaciones y referencias en textos antiguos, amuletos mágicos y gemas grabadas.
Es considerado un ser de gran poder. A menudo se le representa en gemas y amuletos gnósticos, llamados “piedras de Abraxas”, que lo muestran con la cabeza de un gallo, el cuerpo de un hombre, y serpientes en lugar de piernas, a menudo sosteniendo un látigo o un escudo. Esta iconografía simboliza la dominación sobre el mundo material y espiritual.
Abraxas es visto como una manifestación del Dios supremo o como un ser que reside en el Pleroma, el reino de la plenitud y la luz divina.
También se interpreta a Abraxas como un principio creador que engloba tanto aspectos positivos como negativos del cosmos, destacando la naturaleza ambigua de la divinidad en el gnosticismo.
El Demiurgo
El concepto de Demiurgo tiene sus raíces en la filosofía antigua, pero ha sido interpretado y adaptado de diversas maneras a lo largo de la historia. Originalmente, el término proviene del griego “dēmiourgos”, que significa “artesano” o “creador”. Se utiliza para describir a un ser o fuerza responsable de la fabricación y mantenimiento del universo físico.
Los neoplatónicos, aunque seguían muchas de las ideas de Platón, ofrecían interpretaciones más complejas de la estructura del cosmos, donde el Demiurgo a veces se veía como una metáfora del proceso a través del cual el Uno se manifiesta en el mundo fenoménico.
En el gnosticismo el Demiurgo es visto como una entidad ignorante o malévola, una emanación defectuosa que crea el mundo material en el que vivimos, considerado una cárcel para el espíritu humano. En esta cosmovisión, el Demiurgo es responsable de la existencia del mal y del sufrimiento en el mundo, y es completamente distinto del verdadero Dios supremo, que es puramente espiritual.
En algunas tradiciones esotéricas y en la masonería, el Gran Arquitecto del Universo puede ser visto como una figura similar al Demiurgo platónico, un creador y ordenador del mundo material, pero sin las connotaciones negativas presentes en el gnosticismo.
Los Arcontes
Los arcontes son otra clase de seres espírituales dentro del gnosticismo, pero con un papel muy diferente. Estas entidades son vistas como los siervos o administradores del demiurgo, el creador del mundo material, y actúan como guardianes de los cielos y como obstáculos para las almas que buscan escapar del mundo material y regresar al pleroma. Los arcontes son a menudo descritos como opresivos y engañosos, buscando mantener a las almas encadenadas a la ignorancia y la materialidad.
Los arcontes tienen diversos roles dentro de las cosmologías gnósticas, incluyendo la administración de los cielos físicos, la imposición de las leyes del destino y la obstrucción de las almas humanas que buscan liberarse para regresar al estado espiritual original.
El conocimiento de los arcontes y de cómo operan es considerado crucial en la tradición gnóstica para el proceso de despertar espiritual y liberación de las restricciones del mundo material.
Ángeles en el gnosticismo
En el gnosticismo, los ángeles ocupan roles complejos y variados que difieren significativamente de sus contrapartes en las religiones abrahámicas tradicionales. A diferencia de la concepción judía, cristiana e islámica de los ángeles como mensajeros y servidores de un Dios benevolente, el gnosticismo presenta una visión más matizada y, a menudo, dualista del cosmos, en la que los ángeles pueden actuar tanto como guardianes celestiales como agentes de un demiurgo considerado ignorante o malévolo.
En muchas cosmologías gnósticas, los aion o eones son entidades espirituales emanadas del pleroma, el reino de la luz plena y la morada del Dios supremo, incomprensible y trascendente. Estos eones a menudo se presentan en parejas masculinas y femeninas, conocidas como sízigias, y juntos conforman la plenitud del mundo espiritual.
Aunque los términos “eón” y “ángel” no son exactamente sinónimos, los eones pueden ser considerados como una forma de ángeles lumínicos, representando aspectos divinos y virtudes espirituales.
El Mito de Sophia
El mito de Sophia se encuentra en varios textos gnósticos, como el “Evangelio de la Verdad”, el “Evangelio de Felipe”, y especialmente en el “Apócrifo de Juan” y la “Hipóstasis de los Arcontes”, entre otros. Aunque las versiones del mito pueden variar, generalmente cuentan la historia de cómo Sophia, en su deseo de crear algo por sí misma sin el consentimiento del Espíritu supremo (o la totalidad del Pleroma), da nacimiento a una entidad defectuosa, a menudo identificada como el Demiurgo. Este ser, ignorante de su origen divino superior, crea el mundo material, que en la cosmología gnóstica es visto como una prisión para el espíritu humano.
Uno de los textos que más influyó durante la época de Napoleón fue el Pistis Sophia , un importante tomo gnóstico descubierto en 1773, escrito posiblemente en el siglo II, relata las enseñanzas gnósticas de Jesús transfigurado a los discípulos reunidos. cuando el Cristo resucitado había cumplido once años hablando con sus discípulos, enseñándoles solo los misterios más inferiores.
Después de estos once años, el Jesús resucitado recibe sus verdaderas vestimentas y es entonces capaz de revelarles los misterios más elevados que son venerados por este grupo. Estos importantes misterios revelan las complejas estructuras y las jerarquías del cielo, y el conocimiento necesario para que el alma alcance los reinos divinos más elevados, ideas familiares en las enseñanzas gnósticas.