Confieso que cuando comencé en las lides de la mitografía una de las palabras que más me perturbaba era eternidad. Lo perenne, lo permanente no existe realmente en la naturaleza, en ella todo es cambio, crecimiento y muerte. Es verdad, algunos ciclos son tan largos que para los humanos nos pueden resultar prácticamente eternos. Precisamente de la contemplación de la naturaleza es que surge lo divino.
La palabra dios viene del latín deus, que a su vez es derivada de una palaba indoeuropea: deiwos, que quiere decir resplandeciente, brillante y también connotaba la idea calentar, o dar vida.
Las tres religiones reveladas y monoteístas, judaísmo, cristianismo e islam escriben Dios con mayúscula, y coinciden al verlo como un ser supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente. Esta no ha sido la única visión que ha primado en nuestra historia como humanidad. La creencia religiosa o filosófica de la existencia de varios seres divinos o dioses, se llama politeísmo.
La mayoría de estos seres, son representaciones de fuerzas de la naturaleza o principios atávicos, ligados a la costumbre de los pueblos. Pueden verse como entidades autónomas o como aspectos o emanaciones de una deidad creadora superior, principio absoluto trascendental. A estas mariposas desordenadas las ordenamos bajo el concepto de Eternos.
Cuando miramos a un personaje clasificable en esta categoría en general, pero no exclusivamente, estamos frente a un ser al que normalmente se le atribuyen poderes importantes, totales o parciales.
El eterno dentro de Mitos y Leyendas generalmente es un ser adorado por una cultura. Muchas veces concebido como santo, divino, sagrado o inmortal. Hablamos de un ser que puede incluso ser inmaterial, que es tenido en alta estima, que es respetado por sus seguidores. Y tiene una carga generalmente positiva, acá es donde se aleja de los Ancestrales, que no cargan necesariamente con esta moralidad.
No pocas veces, estos seres son autoridades, actúan como monarcas sobre otros dioses. Como es Ra en el panteón egipcio. Los Eternos casi siempre resultan ser controladores de cada aspecto de la vida humana, por ejemplo los dioses de la cosecha o la agricultura como Ceres.
Muchas veces son dadores de la moralidad y las leyes humanas; jueces definitivos del valor y el comportamiento humanos. Las sociedades politeístas no siempre adoran a todos los dioses de igual modo, ya que pueden ser henoteístas, los cuales se especializan en la adoración de una deidad particular. Otros politeístas pueden ser katenoteistas, los cuales adoran a diferentes deidades en diferentes momentos.
En general cuando hablamos de Eternos, estamos hablando de dioses intelectuales, cuyo culto está vivo en la tradición que observamos. Zeus y Atenea, por ejemplo, son seres activos en la vida de un griego antiguo. Lo mismo Marte para un legionario romano o Sol Invictus para el emperador.
Los Eternos suelen coexistir con sistemas filosóficos y éticos. Cada fuerza sobrenatural o acontecimiento trascendental como el rayo, la muerte o el embarazo, atiende a unos mecanismos establecidos, que conforman un complejo descrito mediante mitos, leyendas y obras sagradas.
En este sentido convocamos a esta categoría a seres que tienen un culto, en su mayoría tendientes a la luz o al menos resultan vitales para el desarrollo de una cultura. Cuando abordamos una temática para separar Ancestrales y Eternos no solo miramos su conducta frente a los humanos, sino que el estado de su culto. Un Ancestral puede o no ser venerado, un Eterno requiere un culto contemporáneo a la cultura en cuestión para entrar en esta categoría, mientras que la categoría Ancestral puede hablar de dioses residuales, legados de culturas anteriores o muy antiguos, al menos frente a la cultura que analizamos.
Bueno pues, como ven, al entrar al mundo de los dioses esta lleno de capas y misterios a revelar. Que es justamente lo que hacemos (o buscamos hacer) cuando los convocamos en el contexto de Mitos y Leyendas, ya saben, el juego número uno del reino.
Buena forma de aclarar la diferencia entre Ancestral y Eterno.
Saludos!