I
El cielo de la Tierra se oscureció cuando Akuma Titán descendió por el corredor atmosférico como un eclipse viviente. Su cuerpo ciclópeo era una mezcla de metal vivo y odio antiguo; sus brazos, dos obeliscos cubiertos de símbolos de guerra; su rostro, un vacío donde ardían tres ojos rojos.

Cada uno de sus pasos al entrar en la estratósfera hizo vibrar las ciudades del suelo.
En la órbita baja, Tenshi Z llegó en modo nave, envuelto en un halo blanco. En su interior, Daisuke, herido y exhausto, ajustó los controles.
—Hemos esperado mucho por este momento—susurró—, aquí se decide todo.
Tenshi Z abrió sus alas metálicas y se transformó. Placas se reacomodaron, motores giraron hacia adentro, brazos y piernas surgieron con un brillo que parecía canto.

Cuando la transformación terminó, el poderoso constructo quedó de pie sobre el aire mismo. La batalla final comenzaba. Akuma alzó la mano.
De su palma emergieron las Cadenas del Titán, un enjambre de eslabones negros que se extendió hacia Tenshi Z para capturarlo y quebrarlo, como había hecho con incontables mundos.
—¡NO!
Daisuke cargó energía en los brazos del mecha. Un aura dorada envolvió la hoja luminosa del Tenshi. Con un movimiento perfecto ejecutó Corte de Alba, y las cadenas fueron partidas en tres secciones que cayeron como serpientes muertas.



Akuma rugió, el espacio alrededor de ellos se quemó. El mundo tembló. Y entonces, desde la superficie, algo más se movió.
Shado Titán emergió de las ruinas, acompañado por sus tropas humanas traidoras.
Era huesudo, angular, un híbrido imposible entre ángel mecánico y monstruo de pesadilla. Sus miembros se alargaban como sombras vivas, y cada movimiento parecía plegar la luz.
—El Amo debe ser protegido —rezó con voz fracturada.
Los colaboracionistas humanos apuntaron armas biotecnológicas hacia los flancos de la fortaleza Hoshi. El ataque habría sido devastador de no ser porque los Orcus aparecieron entre la polvareda.
El Comandante Orok, coloso de cicatrices, golpeó con su maza energética el pecho de su mecha de guerra.


—¡POR LA REINA! ¡POR LA TIERRA!
Los Orcus cargaron contra Shado Titán sin miedo. Diez guerreros lanzaron arpones que se hundieron en su carne negra. Orok trepó por su espalda, atravesó una de sus alas orgánicas y sujetó el núcleo palpitante.
—Hoy… ninguno de nosotros retrocede.
Shado Titán se deshizo en un estallido de luz oscura.
Los Orcus desaparecieron con él. El sacrificio había comprado tiempo.
II
Tenshi Z descendió hacia la atmósfera, dejando atrás una estela de luz azul. Akuma lo recibió con un puñetazo que desgarró nubes y abrió un cráter en el cielo. Daisuke apenas pudo contener la presión, pero Tenshi estabilizó su postura.
—Eres fuerte, humano —gruñó Akuma—. Pero la fuerza no basta.
Akuma extendió ambos brazos y el cielo se oscureció aún más.
Una oscuridad viva, una corona de sombras, descendió sobre Tierra entera.
—Yo soy el fin de la luz.
Daisuke escuchó un susurro en el canal. Una voz cristalina. Nyssara.

—Tenshi es luz creada para custodiar. Yo soy estrella para encenderlo.
—¿Qué vas a hacer…?
—Dar lo que queda de mí.
Una aurora descendió desde la órbita. Nyssara abrió su pecho luminoso y entregó su último fragmento energético a los reactores del Tenshi. El mecha tembló. Sus alas se desplegaron hasta abarcar el horizonte. Sus ojos encendieron un blanco absoluto. Akuma retrocedió por primera vez.
Daisuke gritó:
—¡GOLPE SOLAR!
Tenshi Z apuntó ambos brazos hacia el cielo. Un hilo de luz subió… buscó…
y conectó con el Sol. La estrella respondió. Un rayo de energía pura descendió desde el espacio y se unió al núcleo del Tenshi. El mecha se convirtió en un fragmento del amanecer, un asteroide de fuego limpio.

Akuma extendió su mano para frenar el golpe. Las sombras rugieron. Montañas se agrietaron. Y entonces, Tenshi Z descendió en vertical, puño encendido, atravesando la corona oscura.
El impacto fue total. Un sol menor golpeó al Titán Supremo.
III
El Golpe Solar había atravesado la corona oscura de Akuma y perforado su pecho titánico.

El Titán Supremo cayó desde la estratósfera, abrió un cráter de fuego en el océano y quedó inmóvil por unos segundos. La carne oscura del Titán comenzó a tensarse. El aire se curvó alrededor de su cuerpo. y desde el centro del cráter, una voz grave volvió a rugir:
—Yo no muero. Soy la forma más pura del abismo, yo he conducido a los titanes por las estrellas, he devorado príncipes. ¿Crees que tú me puedes hacer algo?
Daisuke sintió un latigazo en sus sensores, Akuma se regeneraba, no lentamente, sino con violencia: placas de sombras lo recubrían; sus ojos volvían a abrirse, más rojos que antes.
—No… puede ser —murmuró Daisuke, exhausto.
El núcleo del Tenshi temblaba. Nyssara ya había dado todo, sus amigos tardarían en agruparse para prestarle ayuda, los Orcus habían caído, los Vendels estaban heridos u ocupados manteniendo bajo control a otros monstruos. No quedaba nadie más.
Akuma se elevó, su cuerpo reconstruido, ahora aún más grande, como si hubiese absorbido la energía del mismo impacto solar.
—Tu luz fue hermosa, humano —dijo el Titán—. Pero no suficiente.
Y extendió una mano para consumir al Tenshi.
Fue entonces cuando Megumi habló, con una voz que no era su programación:

—Daisuke, fusión total. Es la única forma.
El piloto entendió. Había escuchado esa instrucción una sola vez, en simulacros que nunca debían usarse.
El Sacrificio Solar, Daisuke cerró los ojos. Pensó en la Tierra, pensó en Akari, en el heroico Kai, en los niños de las colonias. Pensó en su padre, el creador del Tenshi. Aceptó su destino.
—Vamos, compañero.
Ambos se elevaron juntos. Tenshi Z desplegó sus alas al máximo, absorbiendo la energía restante del ataque solar. Sus motores se abrieron como pétalos.
Su núcleo brilló como un segundo sol.
Akuma percibió el peligro y sintió un pánico imposible de negar.
—¿Qué haces…? ¡HUMANO!
Pero ya no podía alcanzarlo.
Tenshi Z encendió sus impulsores y se lanzó hacia arriba, arrastrando a Akuma atrapado entre brazos de luz.

El cielo se abrió, la atmósfera se encendió detrás de ellos. La gravedad dejó de existir.
Y luego, más arriba, más allá, en silencio… El Sol apareció.
Akuma rugió, desesperado, aferrándose al mecha.
—NO PUEDES… ¡YO SOY INFINITO!
Daisuke, envuelto en luz, respondió con paz:
—Yo también… mientras alguien me recuerde.
Tenshi Z ejecutó la Fusión Absoluta. El núcleo del mecha se abrió como una estrella, envolviendo a ambos combatientes en un abrazo blanco. Un destello cubrió la mitad del sistema. Luego, nada más.

En la Tierra, el amanecer llegó más temprano ese día. La luz que tocó los océanos fue más cálida, más viva. Nadie habló. Nadie celebró. Todos levantaron la vista, sabiendo que en ese brillo había un nombre: Daisuke, el héroe que se volvió estrella.
Se acabo? épico, trágico y luminoso. Que no sea excusa para no sacar más historias!
Me pegó el siroco, está muy bueno. Espero sigan poniendo historias, independiente de que haya ediión de imperio