Por Alejandro González Ríos
Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales.
A lo largo de su existencia, el ser humano se caracterizado por sobre el resto de los animales por su capacidad de jugar a lo largo de toda su vida. Es por esto que diversos autores como Johan Huizinga[1] denominan y refieren al ser humano como Homo ludens, y a la cultura como sub specie ludi.
Y es que a través del juego se generan simulaciones de la vida sin ningún tipo de peligro, lo que permite practicar diversas habilidades imprescindibles para la vida en sociedad. En este sentido definimos el juego, en su esencia, como un mecanismo natural para el aprendizaje y un recurso didáctico más extendido de lo que nunca lo habían sido. Dentro de este contexto nos preguntamos ¿Por qué tendríamos que fijarnos en el ajedrez?
El ajedrez es uno de los juegos más populares de nuestra civilización contemporánea, siendo el Libro de Ajedrez Dados y Tablas de Alfonso X “El sabio”, uno de los tratados más antiguos encontrados hasta hoy. Se desconoce certeramente el origen y antigüedad de las raíces que dan origen a este juego, pero diversos estudios e investigaciones afirman que el ajedrez moderno, tal como lo conocemos, nace en la Edad Media, de la mano de Luis de Lucena (1496) en su Repetición de amores y arte de ajedrez.[2] En la época, el ajedrez ya formaba parte de la educación, pero específicamente de jóvenes y caballeros de la corte, como una actividad prestigiosa, enfocada en razonar, memorizar, aprender y repetir palabras nuevas, entre otras funciones y actividades propias de la corte.
En la actualidad, diversos estudios acerca del ajedrez han destacado su valor dentro del mundo de la educación. La mayor parte de su importancia educativa reside principalmente en los aspectos cognitivos, a pesar de la inexistencia de acuerdos unánimes sobre las reales ventajas o beneficios pedagógicos que la práctica del ajedrez significa para la persona. No obstante aquello, si podemos establecer algunos paralelismos entre el desglose de estrategias y procedimientos propios del pensamiento crítico utilizados en una partida de ajedrez, con las estrategias propias del aprendizaje metacognitivo. No obstante aquello, si podemos establecer algunos paralelismos entre el desglose de estrategias y procedimientos propios del pensamiento crítico utilizados en una partida de ajedrez, con las estrategias propias del aprendizaje metacognitivo. Al respecto podemos señalar que quienes aprenden a pensar de manera organizada, ordenada y efectiva para el ajedrez e interiorizar la técnica del juego, puede transferir estas habilidades a otros entornos de aprendizaje y utilizarlas para diferentes escenarios de la vida.[3]
La influencia del ajedrez, tanto a nivel cognitivo (atención, memorización, concentración, percepción, razonamiento lógico, orientación espacial, creatividad, imaginación, etc.), como a nivel personal (responsabilidad, previsión, análisis, planificación, autonomía, decisión, control, crítica constructiva, etc.), avalan su implementación en contextos educativos en diversos países. Además del alto valor con contiene como instrumento educativo, su implementación en escenarios educativos se justifica por su fácil acceso y sencillos equipamientos, así como por su gran aceptación entre la comunidad de jóvenes y estudiantes.
En este sentido, ¿cómo podemos explicar el interés general y generacional hacia el ajedrez? Para algunos se presenta como un juego elitista, aburrido, frío, ausente de emoción e interés. Pero para una gran mayoría, el ajedrez es una actividad apasionante, la cual esconde todo un mundo de posibilidades detrás de piezas aparentemente quietas, permitiendo pensar un sinfín de ideas, trampas, sorpresas, estrategias que fascinan a toda persona que llega a descubrirlo.
Dentro de este contexto, numerosas y variadas investigaciones pedagógicas, psicológicas y ajedrecísticas, han llegado a una conclusión en común: el ajedrez posee un amplio abanico de virtudes pedagógicas para el desarrollo de la persona[4], más cuando la UNESCO en el año 1995 recomendó la incorporación del ajedrez como materia educativa, en diversos países.[5] En este sentido si consideramos el ajedrez como ciencia, es porque permite desarrollar habilidades de cálculo numérico y razonamiento lógico, acostumbrando al estudiante a analizar y sintetizar, permitiendo con ello desarrollar la habilidad investigativa y comprender la relación causa-efecto.
Por su parte, si consideramos el ajedrez como ejercicio mental, es porque jugarlo se convierte en un entrenamiento cerebral que refuerza y fortalece el desarrollo neuronal, previniendo con ello enfermedades degenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. A su vez, el ajedrez se presenta como experiencia lúdica al ser una fuente de diversión y entretenimiento, fomentando con ello el respeto entre sus jugadores, la motivación y la creación de un ambiente que permite reflexionar y analizar sobre diversos problemas para poder buscar las soluciones más asertivas y correctas.
Más aún, podemos considerar si queremos el ajedrez como arte, cada vez que buscamos la perfección y la belleza de lo exacto; al ser una experiencia que nos emociona y nos invita a imaginar, fomentando con ello la creatividad. Pero, sobre todo, podemos considerar el ajedrez como instrumento educativo, al ser un recurso que mejora y complementa las metodologías de enseñanza-aprendizaje de diversas asignaturas curriculares, permitiendo aplicar las habilidades aprendidas en diferentes escenarios y etapas de desarrollo a lo largo de la vida, más cuando en el proceso formativo del estudiante le entrega espacios de originalidad, creatividad y expresión de emociones. De este modo, desde el punto de vista pragmático, pero también desde un punto de vista educativo, utilizar el ajedrez como herramienta transversal permite desarrollar una inteligencia emocional e interdisciplinar, trabajar el pensamiento crítico, el pensamiento flexible, la solución de problemas, la autonomía, entre otras habilidades para la vida y la convivencia en sociedad.
[1] Véase Huizinga, Johan, Homo Ludens, Alianza Editorial, Madrid, 2012.
[2] Véase, Lucena, Luis de, Repeticiones de amores y arte de ajdrez, en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/repeticion-de-amores-y-arte-de-ajedrez-0/
[3] Véase García, A. D., El ajedrez en la escuela. Para niños de 8 a 10 años, Paidotribo, Barcelona, 2001 y García, F. Educando desde el ajedrez, Paidotribo, Barcelona, 2001
[4] Véase, Martín del Buey, F.A., Los efectos del transfer en niños que juegan al ajedrez. Memoria de investigación. Doctorado. Bienio 1997-1999. Oviedo: Universidad de Oviedo. Departamento de psicología; Martín del Buey, F., El ajedrez como asignatura. Enfoque interdisciplinar y de transferencia de conocimientos. Universidad de Oviedo. Facultad de Psicología, 1997; Rodríguez, J.R., Ajedrez y educación. Un enfoque transversal. Trabajo de investigación. Universidad de Oviedo, 2004.
[5] UNESCO, 1995, en http://iesbcfra.educa.aragon.es/Dmates/33ajescu.htm
Es muy increible tenia un profesor que le encanta myl y el ajedrez ahora le explotara la cabeza muchas gracias por todo que increíble