“Atrás quedaron los días en que se veía con sentido fraterno, a la gente que por nuestro lado transitaba. Las derrotas y diferencias, han hecho un daño atroz en el corazón de dos grandes naciones. Ello en base de las reclamaciones hereditarias de Inglaterra y Francia. Por desgracia, esto no hará más que avivar la llama de la guerra, que dejara en la miseria los campos de Francia, esperando volver a florecer alguna vez. ¿Podrá esta discrepancia entre monarquías, extenderse aun más de lo que debiese, o solo será capricho de unos pocos, el que tanta gente muera, a fin de lograr un objetivo? “
Como hemos podido ver hasta el momento, la guerra ha hecho gran favor a la corona de Inglaterra. No solo le ha enriquecido, sino que también ha permitido legitimar por la fuerza y la herencia, la posesión de tierras francesas a favor del monarca ingles de turno. Por parte de Francia, el panorama empeoro bastante, pues al carecer de lideres competentes, poco y nada podia hacer para mantener el control de su propia nación.
Hoy te mostraré la continuación de este amargo conflicto, donde pondremos especial atención a las campañas que Inglaterra hizo en Francia, de la mano de uno de sus monarcas más famosos: Enrique V.
Heridas de Guerra
Desde la batalla de Poitiers, mucho mal ha acontecido en Francia. El pais quedo fragmentado, y gran parte de sus tierras pasaron al control ingles, a modo de concesión para alejar el interés ingles por pretender la corona francesa. La pobreza y descontrol de Francia fue tan grande, que guerreros antaño nobles combatientes, ahora eran bandidos sin escrúpulos, que saqueaban al campesinado sin piedad. Un amargo panorama, para quienes les veían antes como sus protectores, y ahora convertidos en paupérrimos criminales.
Eso si, no todo estaba perdido aun. Quedaban todavía personas con ansias de probar su valía, y devolver a Francia su antigua gloria. Una de esas personas, era Felipe II, el hijo de Juan II, capturados ambos en la batalla de Poitiers, por el Príncipe Negro. De su padre, Felipe recibió nombramiento como Duque de Borgoña, un territorio muy rico y poderoso, el cual tomo parte importante durante todo el conflicto.
Paralelo al buen panorama que vivía Borgoña, la corona de Francia paso a manos de Carlos V, llamado “El Sabio”, por su gran habilidad de manejo de las cuestiones políticas y económicas del estado. Buena parte de las tierras que fueron concedidas a Inglaterra, fueron recuperadas bajo su gobierno, permitiendo de paso, que la unidad nacional pudiese reincorporarse mejor. Su gran gestión permitió recuperar la riqueza de Francia, al igual que el prestigio de la nobleza ante el clero, así como el de su propia familia, la dinastía Valois.
Rivalidad entre familias
Si bien esto permitió que el pais volviese a encontrar cierto control en sus tierras, también dio origen a conflictos internos entre casas nobiliarias francesas. De éstas, destacan dos en especial, la casa de Armagnac y la casa de Borgoña.
Respecto a las familias, ambas buscaban imponer su poder dentro de la corona francesa, aprovechando el estado mental deplorable que tenia Carlos VI, hijo de Carlos V, quien ascendió al trono en 1380. Cabe destacar que cada una representaba una facción de la población en Francia. Por parte de la casa de Armagnac, estaban en favor de la nobleza y de la realeza vigente, cosa que se complementa con su descendencia y parentesco. Cuando se empezaron a encender los ánimos con Borgoña, Luis de Valois, duque de Orleans, era el cabeza de familia de Armagnac.
Por otro lado, la casa de Borgoña representaba al bajo pueblo, así como a los distintos gremios existentes en aquella época. Esto les dio también potestad para obrar con gran eficacia las tierras ricas que tenían a su haber, haciendo de Borgoña, uno de los ducados más poderosos de Europa. Al iniciar la rivalidad con la casa de Armagnac, Juan I, tambien llamado “Sin Miedo”, era quien encabezaba el ducado de Borgoña.
Luis de Orleans, aprovechaba su mayor cercanía con el monarca, para usar los fondos de la corona para perjudicar a su rival borgoñón, destrozando su prestigio en consecuencia. Cansado del abuso de influencias que tenia en la corte de Francia, Juan ordeno el asesinato de Luis de Orleans, en Paris a plena luz del día, en 1407. Este homicidio, no solo resto poder a los Armagnac, sino que dio oportunidad a la casa de Borgoña, para que tomara las riendas del poder, convirtiéndose de paso, en el ducado más poderoso de Francia. Esto incluso permitió que Borgoña tomase autoridad en los Paises Bajos, aumentando aun más la riqueza que tenia el ducado.
Tiempo más tarde, las maquinaciones de Armagnac prepararían la guerra contra sus rivales de Borgoña, incitando revueltas cerca de Othée, localidad gobernada por un cuñado de Juan Sin Miedo. El plan no funciono, por lo que Borgoña aprovecho la instancia para forzar a Carlos, el hijo del difunto Luis de Orleans, a pedir disculpas, a nada más y nada menos, que al asesino de su padre, por los estragos causados a su familia. Una ofensa simbólica a la casa de Armagnac, que fue la gota que rebalso el vaso, dando origen a las hostilidades directas entre Armagnac y Borgoña.
Ha surgido un monarca guerrero
Del otro lado del canal, en Inglaterra, tampoco era muy provechoso el panorama. El rey Eduardo III había muerto, lo que paso la corona a su hijo Ricardo II, ascendiendo al trono con tan solo 10 años de edad. Si bien carecía del espíritu combativo de su padre, optaba por actuar con prudencia, y solucionar los conflictos políticos por la vía diplomática, cosa que se vio al intentar dar fin a la Guerra de los 100 años, cosa que no consiguió. Su gobierno poco eficaz, fue la causa de su derrocamiento a manos de Enrique IV. Este acto, daría fin al reinado de la dinastía de los Plantagenet, la familia real reinante en Inglaterra, por más de 200 años. En su lugar, surgirían dos nuevas casas nobiliarias, York y Lancaster. Ésta ultima, de la cual era miembro Enrique IV, reinaría Inglaterra durante el resto del tiempo que duraría la guerra de los 100 años.
Algo a destacar de Ricardo II y Enrique IV, fue que ambos tomaron autoridad para armar como caballero al mismo hombre, en distintas oportunidades. Este personaje, que tiempo más tarde seria uno de los monarcas ingleses más talentosos en términos de tácticas de guerra, era también quien volvería a liderar a Inglaterra, en el frente de batalla en Francia. Hablamos del rey Enrique V, de quien el mismo Shakespeare tomaría inspiración para una obra dramática en su nombre.
Habiendo apaciguado los pormenores vinculados a inestabilidad política en Inglaterra, Enrique V quiso retomar las pretensiones nacionales de los condados y ducados franceses, que eran por derecho hereditario suyas. Recordemos que estas tierras, habían sido recuperadas por Francia, durante el reinado de Carlos V. En aquel entonces, el reinado estaba en manos de su hijo, Carlos VI, quien solía padecer ataques de psicosis, los cuales hacían mella en su capacidad de gobernar. Esto provoco que sus labores estuviesen en manos de sus parientes más cercanos: Luis de Orleans, y Juan II de Borgoña. Entre ambos, naceria una enemistad, a fin de conseguir poder sobre la realeza de Francia.
Volviendo al frente ingles, Enrique V llevo a sus tropas a través del Canal de la Mancha, y puso sitio a la ciudad de Harfleur. Si bien sus tropas estaban bien preparadas para el combate, los defensores de la ciudad francesa estaban bien fortificados. Este asedio se prolongo por casi un mes, que acabo en una victoria pírrica a favor de Enrique, pues si bien logro rendir la ciudad de Harfleur, perdió muchas tropas tratando de tomarla, debido a los intentos de asalto y la disentería. Esto provoco la retirada forzada de Enrique hacia Calais, situación que se vio truncada al toparse con el ejercito francés.
La Batalla de Agincourt
El choque de ambos ejércitos fue en 1415, en la Batalla de Agincourt, instancia en que los franceses superaban a las huestes inglesas en una proporción de 6 a 1. La derrota era segura en contra de Enrique, por lo que armando de valor a sus tropas, les pronuncio una gran arenga, reinterpretada aquí bajo la obra de Shakespeare:
“Si hemos de morir, por pocas almas que seamos, ya somos más que suficientes para representar una perdida importante para Inglaterra; y si triunfamos, cuantos menos seamos, mayor será el honor. Nosotros que somos pocos, felizmente pocos, también somos hermanos, pues quien derrame su sangre conmigo este día, será mi hermano, por vil que sea, pues este día ennoblecerá su condición. Y quien este ahora en su lecho en Inglaterra, maldito vivirá queriendo estar aquí, y oirán de quienes pelearon valientemente con nosotros el día de hoy, el Dia de San Crispín.”
Antes de que iniciara la batalla, el ejercito francés también tenia sus problemas, a pesar de estar mejor armados y en mayor numero. El rey Carlos VI había enfermado, cosa que dejo a su hijo Luis al frente. Éste carecía del conocimiento para comandar a sus tropas, por lo que el mando general decayó en tres duques: Juan de Valois, Duque de Alençon; Juan sin Miedo, Duque de Borgoña; y Carlos I, Duque de Orleans. Debido a que estos dos últimos duques se odiaban a muerte, se opto por entregar el mando del ejercito a los condestables Carlos de Albret, y Juan Boucicault. Ambos estarían sujetos a las ordenes de estos tres duques, quienes podían autorizar, denegar, o incluso vetar las ordenes que recibieran. Debido a las discusiones constantes que habían entre los duques de Orleans y Borgoña, el líder de este ultimo opto por retirar todas sus tropas de la batalla, reduciendo la cantidad de efectivos considerablemente.
Borgoña no tomaría parte en el embate que se avecinaba, aunque el ejercito francés seguía teniendo una gran cantidad de tropas con que presentar combate a Enrique V. Un craso error, que le costo la vida a más de 7.000 soldados franceses, pues las continuas disputas entre Juan Sin Miedo, y Carlos de Orleans, acabarían por desorientar al ejercito, traicionando toda la cadena de mando. La providencial victoria del ejercito ingles en Agincourt, no solo favoreció la posición de la monarquía inglesa en Francia, sino que por parte de Juan Sin Miedo, permitió que gran parte de las facciones que apoyaban a la casa de Armagnac, fueran derrotadas por Enrique V.
Palabras al cierre del capitulo
Las continuas disputas hereditarias, así como los deseos de poder durante la guerra de los 100 años, fueron un tema recurrente tanto en Francia, como Inglaterra. Desde luego, ello fue configurando los nuevos escenarios monárquicos en ambas naciones, las que llegarían a tener una relevancia importante en el resto de la guerra, e incluso después de ella.
Finalmente, la afortunada ventaja que había logrado Inglaterra a causa de la Batalla de Agincourt, le permitiría imponer sus reclamaciones con gran autoridad, aunque no exenta de penalidades que humillarían aun más a Francia, en especial, a la casa de Armagnac.