I
Alguien dijo que no había nada más temible que el silencio del inframundo, aquel reino en el cual hasta la más mínima brisa parece un lamento, sin embargo, esta afirmación se hace mentira cuando la parca quietud del reino oscuro es interrumpida por el horroroso grito de un enloquecido rey. Agreguemos a esta terrible escena la presencia de un extraño fuego anaranjado, que parece intoxicar el ya espantoso paisaje.
Incluso un incauto podría adivinarlo: un mal se extiende por el Tártaro. La principal víctima es su amo y señor, Hades, el grandioso señor de la muerte. Sus lamentos se escuchan a través de los largos pasillos y bastas bóvedas, donde los espíritus conocen sus tormentos.
Alguien ha envenenado su copa, pero la ponzoña lo puede matarlo, si puede obligarlo a perder la razón. No solo eso, Perséfone, su amada esposa ha desaparecido y no puede ser encontrada, sin ella, nadie será capaz de calmar la locura del intoxicado dios.
—Abre las puertas—dijo una voz a sus espaldas.
La idea le parecía aterradora, ¿dejar escapar a los diablos del averno? A pesar de que el veneno le hacía difícil pensar, aún le quedaba algo de fuerza de voluntad.
—¿Quién eres?—Preguntó.
Nadie respondió, sin embargo pudo distinguir una silueta en las sombras más profundas. Parecía ser un ser delgado, con un casco astado, pero no era ninguno de las sombras que habitaban su imperio.
—Abre las puertas—repitió el extraño—sabes que quieres hacerlo.
Aquello era verdad, una pulsión parecía adueñarse de su cuerpo, así fue como dirigió sus pasos hacia las puertas de Erebus, aquellas que conectan el mundo de los muertos con las tierras blandas, el mundo de las hadas y las leyendas. Se postró frente a las monumentales puertas. Pronto no estuvo solo, una cofradía de duques demoniacos se apersonó ante el caído dios. El vocero de aquella horda maldita dio un paso adelante. Esta vez sí pudo darle un nombre, Belial.
—Abrirás las puertas, querido carcelero.
El vozarrón del demonio retumbó en la febril cabeza del dios, aquel fue el clavo que terminó unirlo a una locura profunda, una que le hizo olvidar su rol como rey de los muertos y las sombras. Hades, como una marioneta, empujó las puertas. La tierra se sacudió dolorosamente, los reinos temblaban, el miedo había regresado.
II
Los demonios cruzaron el gran portal, desparramando su venenosa esencia por los reinos, pero no eran lo suficientemente fuertes para cruzar los portales custodiados por los Arcanos Mayores, debían encontrar una puerta trasera para entrar en los reinos y eso eran los reinos mágicos.
—Yo tomaré a la diosa—dijo la Madre Araña—, y reemplazaré su red de plata con mi telaraña. Estaré segura, la leyenda dice que ningún dios ha de darme muerte.
Así, la misteriosa criatura se escabulló entre los pasadizos dimensionales de una realidad herida por la magia de tantos dioses y magos que solían jugar con ella. Belial sonrió, si Daana caía, el Avalón de Titania sería presa fácil para sus huestes hambrientas de luz y magia.
El rey de las brujas estaba satisfecho, esto no podrían haberlo logrado ni Satanás, Lucifer, Leviatán, ni siquiera la gran Lilith. Aunque sentía que este era su triunfo, sabía que él no había sido capaz de envenenar al viejo dios. Lo cierto es que tenía un benefactor desconocido, pero él aprovecharía la oportunidad.
Antes de avanzar debía sembrar distracciones, lo primero que hizo fue soltar a las sombras menores, de seguro castigarían los reinos fronterizos, distrayendo a los dioses entrometidos o a cualquier bendito héroe. Luego soltó a Cerbero, el can había olido la locura de su amo y también se lanzó en una carrera salvaje hacía los reinos mortales. Solamente faltaba uno más, uno ser tan peligroso como él.
Belial soltó un grito en la vieja lengua de los dragones, aquella que ni siquiera los jóvenes dracos conocen. Así fue como surgió aquel que ni los demonios se atreven a llamar hermano.
—Tu mantendrás a los dragones en línea—ordenó el rey de la magia oscura.
—Nadie me da ordenes—contestó el gran dragón—, me han llamado demonio, pero no somos iguales. Sí, cazaré a mis alados parientes, pero no seré jamás tu esclavo.
Dijo esto el Dragón Demonio soltando un resoplido de azufre, justo antes de comenzar su vuelo con dirección a las Tierras Altas, donde su parentela aún anidaba. Belial gritó una gran orden y sus seguidores soltaron gritos de valor.
Los reinos menores fueron quemados hasta las cenizas, un grito de dolor escaló por los reinos, pequeños seres feéricos vieron como sus hogares desaparecían. Aquello era una violación al viejo tratado que separaba sus tierras con las fronteras infernales, la guerra total había sido desatada y solamente los perros de la guerra podrían estar satisfechos.
Queridos Gladiadores, esto es solo una parte de un magnifico e intrigante historia que queremos elaborar, por haber llegado hasta acá les dejos un regalito y nos estamos viendo en otra oportunidad, revelando los secretos y tesoros que nos trae Explorandum, la Era del Descubrimiento.
Está muy muy muy bueno esto, deberían ponerlo en algo más púbico. Quizás sacar su libro, con todo muchas gracias por darnos tan buenas historias.
Espero que esto signífique otra novela de Mitos y Leyendas, yo seria muy felis con una nueva historia como dominio. eso y el arte esta muy bueno.
Que bueno que creen su propio lore, después de la novela quedé con necesidad de leer más de las micro historias de MyL. Ahora me gustaría que el texto fuese un poco más largo.
¡Esto tiene muy buena pinta!
Quedo a la espera de las sorpresas que aguarde Persephone.
Alguien lo dijo antes, se sabe que estamos en la epoca de las cosas brebes pero en un blog se puede ser mas extenso, espero que sigan dandonos mas lore, aca y en Humankind.
Siempre es bueno leerlo señor Flores y sinceramente espero que esto se pueda transformar en un libro.
Oscuro y temible. Me gustaría que mitos fuera mas constante con su lore, pero por ahora me acostare feliz de leer esto. Espero que sigan y no paren