La Guerra de Horus
Horus fue creciendo y a menudo era visitado por su padre, desde el Más Allá quien le enseñaba todo lo que debía conocer para gobernar y ser un rey justo, pero el buen dios solo quería derrotar a Seth y vengar la muerte de su padre.
Cuando Osiris consideró que su hijo podía estar preparado le preguntó cual de todas las acciones consideraba la más bella, a lo que Horus contestó: vengar al padre y a la madre cuando han sido indignamente tratados. Osiris nuevamente preguntó a su hijo, esta vez por el animal más útil en la batalla. Horus respondió que el caballo, contestación que dejó perplejo a Osiris, que no se explicaba por qué su hijo no habia mencionado al león, y le interrogó sobre este punto. Horus contestó “porque el león es sumamente útil en acciones defensivas, pero el caballo lo es en acciones ofensivas cuando queremos dispersar al enemigo y perseguirle en su huida”. Osiris tras esta lección de su hijo consideró que Horus se encontraba preparado para combatir a las fuerzas de Seth. Horus formó un ejército al que se unieron muchos egipcios y la reina Taweret.
Para evitar que se derramara sangre inocente el joven Horus se presentó ante la corte de los dioses y pidió que se le devolviera el trono de su padre, Osiris. Horus presentó su argumento ante Ra, Señor de todas las cosas, diciendo que debería ser rey, ya que era el heredero legítimo y Seth solo un sucio usurpador.
Shu que sostiene el cielo, el hijo de Ra, dijo:
—Es correcto que Horus tome su herencia como rey.
Thoth, que es la palabra y la inteligencia de los dioses, estuvo de acuerdo:
—Es correcto un millón de veces que Horus sea rey—dijo.
Ra no estaba de acuerdo, Seth era un príncipe querido y quizás el más fuerte de todos los dioses. De manera que se negó a escuchar los argumentos de los dioses, pues lo creía influenciados por el poder del fallecido Osiris. El más molesto fue el dios Babii que le dijo al poderoso Ra que no tenía ni honor ni sabiduría, para luego retirarse al desierto.
El insulto dolió mucho al rey de los dioses, quien finalmente convocó a los nueve dioses y dijo:
—Una cosa que no hemos hecho es escuchar de los contendientes su propia prueba de por qué deberían ser rey. Por lo tanto, les ordeno que presenten sus argumentos ante este tribunal para que los juzguemos con justicia.
Seth fue el primero en hablar:
—Soy Seth, el más fuerte de todos los dioses. Soy más fuerte incluso que los Nueve juntos, porque me siento en la proa de la Barca de Millones de Años y cada día mato a Apofis, la gran Serpiente que es el enemigo de Ra.
Thoth no estaba de acuerdo:
—Seth no es el heredero de Osiris. ¡No tiene derecho al trono! Horus es el hijo legítimo de Osiris, y debería ser rey.
Entonces Ra murmuró algo, pero nadie pudo entender las palabras. Esto enfureció a los Nueve Dioses que exigían saber lo que había dicho, pero Ra no lo dijo. Horus había escuchado todo lo que se había dicho en la corte. Se sintió traicionado por los dioses que cambiaron su favor a Seth. Horus dijo:
—¿Cómo pueden justificar el quitarme mi trono y dárselo a Set? Solo yo soy el heredero de Osiris; ¡solo yo soy el legítimo rey de todo Egipto!
Tras una jornada de reflexión Seth intenta demostrar su dominio tomando por la fuerza a Horus, manteniendo relaciones sexuales forzadas con él. Sin embargo, Horus se mete la mano entre los muslos y atrapa el semen de Seth, arrojándolo después al río para que no se diga que ha sido inseminado por Seth. Horus, o la misma Isis en algunas versiones) esparce entonces deliberadamente su semen sobre una lechuga, que era la comida favorita de Seth. Una vez que Seth comió la lechuga, acudieron a los dioses para intentar zanjar la discusión sobre el gobierno de Egipto.
Los dioses escucharon primero la afirmación de Seth de dominar sobre Horus, e invocaron a su semen, pero éste respondió desde el río, invalidando su pretensión. Luego, los dioses escucharon la afirmación de Horus de haber dominado a Seth, y llamaron a su semen, y éste respondió desde el interior de Seth.
Seth no se rindió iniciándose más de ochenta años de luchas y desafíos. Muchas son las historias de está época, pero hoy vamos a la batalla final:
Las fuerzas de Seth y Horus se encontraban cercanas entre las islas y rápidos de la primera catarata. Seth, ahora en forma de un gran hipopótamo rojo, fue a la isla de Elefantina y profirió una maldición contra Horus y su madre Isis. “Desátese una tempestad y un diluvio poderoso contra mis enemigos”.
La tormenta se desató contra las naves de Horus, quien consiguió sujetar las barcas. Horus se transformó en un hombre de más de 4 metros en cuyas manos sostenía un gran arpón. Seth entonces abrió sus poderosas mandíbulas de hipopótamo para devorar a Horus, momento que este aprovechó para lanzar su arpón que golpeó la cabeza del gran hipopótamo atravesándola hasta el cerebro y matándolo. Seth se hundió en el Nilo, en la isla de Edfú. La tormenta amainó y las personas alieron a recibir al gran Horus entonando el himno que después los sacerdotes cantarían en la fiesta anual en honor del dios de Edfú.
—¡Siéntase alegre, aquel que habita en Edfú! ¡Horus el gran dios, el señor del cielo, ha matado al enemigo de su padre! ¡Tome la carne de los vencidos, beba la sangre del hipopótamo rojo, queme sus huesos con fuego! Córtese en pedazos.¡Que los trozos sean dados a los gatos y los desperdicios a los reptiles! ¡Gloria a Horus el poderoso, el valiente, el único hijo de Osiris. Horus de Edfú, Horus el vengador!
Isis se regocijó. Le gritó a su hijo
—¡Salve, oh rey Horus! ¡Salve, hijo mío y rey de todo Egipto! ¡Que la tierra brille siempre con tu gloria!
El poderoso Ptah se dirigió entonces a Ra-Horajty, los Nueve Dioses, y a la corte de todos los dioses, diciendo:
—¿Qué se hará con Seth, ahora que Horus ha sido coronado y este asunto ha concluido?
Ra respondió:
—Que Seth venga a vivir conmigo como mi hijo. Causará truenos en el cielo, y todos le temerán.
Ra, después de haber respondido a la pregunta de Ptah, volvió a la celebración que se estaba llevando a cabo, regocijándose por la coronación de Horus. Les dijo a los Nueve Dioses
—¡Griten y regocíjense! ¡Regocíjense por Horus, hijo de Isis y Osiris! ¡Alégrense por el rey de todo Egipto, por el que lleva la Corona Blanca!
Los Nueve Dioses se regocijan y celebran un festín en su honor. La corte está adornada con guirnaldas en su honor. Los Nueve Dioses se regocijan y toda la tierra se alegra de que Horus sea su rey. Horus ocupa ahora el cargo de su padre, el poderoso Osiris, como es justo y equitativo.