¿Qué nos une como país?
¿Las catástrofes?, ¿Admiración por personajes de historia?, ¿Orígenes?¿Costumbres?, ¿Un pasatiempo en torno a un juego de cartas?
Hace unos cuantos siglos, empezamos una historia en torno a una larga franja de tierra de más de 4.000 kilómetros de extensión, de norte a sur. Ello se acompañó de acontecimientos que fueron creando nuestra identidad como personas dentro de esta nación, tanto en tierra como en el mar. Sobre esta última, se han consagrado algunas de las más grandes leyendas de la humanidad. En esta ocasión, te hablaré un poco sobre el hecho histórico, que gira en torno a dos grandes lideres navales durante uno de los periodos más complejos de América: La guerra del Pacífico.
Panorama previo al 21 de mayo de 1879
En aquella época, Chile estaba en guerra contra Perú y Bolivia. Las campañas militares no habían sido tan fructuosas hasta ese entonces, cosa que en función de la opinión publica, forzó al gobierno a tomar cartas en el asunto. Se emplearon todos los medios posibles para intentar mejorar la situación del combate que se desarrollaba tanto por tierra, como por mar. Sobre este último escenario, se había logrado enviar a la armada chilena, para bloquear el puerto de Iquique, en ese entonces, en territorio peruano.
Con el paso de los días, poco y nada ocurría en este bloqueo, cosa que generó descontento e impaciencia. Con el fin de tomar la iniciativa, se indicó el despliegue de toda la flota desde Iquique hacia el norte, dejando atrás a las naves más antiguas de la escuadra para mantener el bloqueo: la Covadonga y la Esmeralda. Por desgracia, nada hacia presagiar, que esta última embarcación le tocaría enfrentar, en una trágica coincidencia del destino, al buque más poderoso de la armada peruana.
Inicio del Combate Naval
Fue en la mañana del 21 de mayo, a las seis y media del alba, cuando la tripulación de la Esmeralda advertía la presencia del buque insignia del Perú: El monitor Huáscar, a través de un grito de aviso: ¡Humos al Norte!
Al tiempo que el buque Independencia iniciaba la persecución de la Covadonga, el Huáscar se aprestaba para el combate y liberar a Iquique del bloqueo chileno. Antes de iniciar el ataque, se dispusieron cañones en tierra, para que dieran fuego de cobertura al Huáscar y atacasen a la Esmeralda. Estando todo preparado, el capitán Miguel Grau, se dirigió a su tripulación, y les alentó valor con su arenga:
Por otra parte, la tripulación de la Esmeralda, orgullo de la armada chilena en la guerra hispano-sudamericana, estaba consciente que el estado de su navío no era el mejor. Además de estar en franca desventaja, su blindaje y armamento poco podía hacer ante semejante rival. Sin embargo, consciente del cruento combate que les esperaba, el capitán Arturo Prat, se pronunciaría ante su gente, y les compartiría su famosa arenga:
Al iniciar el combate, la Esmeralda empezó a movilizarse a duras penas por la rada de Iquique, debido al deficiente estado de sus calderas. Esto hizo que el buque se debiese defender sin posibilidad alguna de moverse, haciéndola un blanco fácil para los ataque de mar y tierra. Si bien las primeras andanadas peruanas no alcanzaron afortunadamente a la Esmeralda, ésta ultima tampoco tuvo tanta suerte, pues sus disparos impactaban inofensivas en el grueso blindaje del Huáscar. Con el fin de acabar el combate rápidamente, Grau dio la orden de embestir la corbeta rival.
Primer espolonazo y el Abordaje de Prat.
No fue hasta que el Huáscar dirigió su maquinaria en rumbo de colisión contra la Esmeralda, cuando el combate empezara a mermar en contra de la tripulación chilena. Sin oportunidad siquiera para poder intentar esquivar, la corbeta era embestida por el espolón del navío peruano en uno de sus costados.
Incorporándose después del impacto, el capitán Prat diviso la cubierta del Huáscar a su pies, y en una heroica gesta que pondría su nombre en la inmortalidad, gritó a sus hombres con valor: ¡Al abordaje, muchachos!
En la cubierta, intentando llegar a la torre de mando del navío peruano, Prat es herido de gravedad. Momentos después, su valiente vida toca fin por un disparo mortal. Al advertir Grau, que el capitán de la Esmeralda había sido herido de muerte en la cubierta del Huáscar, intentó salvarle, pero ya era tarde.
A medida que el combate baja en intensidad, la tripulación del Huáscar dio la oportunidad para que la Esmeralda se rindiera, pero las huestes chilenas no dieron paso atrás. Sobreponiéndose a sus heridas, el guardiamarina Arturo Fernández, trepa hasta donde ondeaba la bandera chilena, y la clava firmemente con sus ultimas fuerzas para asegurarla. El mensaje era claro: aún estando a punto de hundirse, la Esmeralda y su gente, lucharían hasta el final.
Segundo espolonazo y el Abordaje de Serrano.
La situación se hacia cada vez más cruenta en contra de la Esmeralda. Su tripulación apenas podía sostener el fragor del combate, ante lo cual, el teniente Ignacio Serrano, les brindó ánimo con valor. Siendo embestidos por segunda vez, se dio la orden de un segundo abordaje, encabezado por Serrano, acción de gran valentía, que por desgracia, fue neutralizada con rapidez por la tripulación peruana. En un último intento por mantener en alto la moral chilena, el guardamarina Arturo Fernández clava una segunda bandera, previo a la embestida final del Huáscar. Una hazaña que despertaría la admiración de Grau y su gente.
Impacto final y desenlace
Al asestar su golpe de gracia a la Esmeralda, el Huáscar sellaría el destino de la valiente tripulación que aún luchaba en su cubierta. Con ambas banderas en mal estado, pero ondeando orgullosas en lo alto, la Esmeralda se hundiría a eso de las 12:10 de la tarde, del 21 de mayo de 1879. En un acto de nobleza digna del más honrado de los caballeros, Miguel Grau ordeno el rescate de todos los náufragos sobrevivientes. Además, en reconocimiento al gran valor del capitán Arturo Prat, Grau le entrego en persona sus efectos personales a su esposa, Carmela Carvajal, así como una carta a modo de condolencia:
“Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879 Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorará ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau
Legado de Iquique
La muerte de Prat, al inicio fue vista como una gran derrota. Sin embargo, al enterarse Chile de la gran valentía con que cayó en combate, fue elevado a héroe nacional, y su perfil, a figura mítica. Es más, en su persona se apreciaba parte de la historia del país en ese entonces:
- Hijo de comerciante, cuya familia no gozaba de buena situación económica.
- Se graduó de abogado, y estudió en la escuela naval, becado por el presidente Manuel Montt.
- Fue capitán de la Esmeralda, durante la guerra contra España.
- Representa el mayor referente moral del ejército en ese entonces y en la actualidad.
Por su parte, Miguel Grau hizo todo el esfuerzo humanamente posible, para mantener a raya el avance chileno en el Pacífico. Durante la Batalla de Angamos, defendería con total entrega su posición hasta su muerte. Una hazaña digna del llamado “Caballero de los mares”.
En los días actuales, los nombres de Arturo Prat, Miguel Grau, Arturo Fernández, Wenceslao Vargas e Ignacio Serrano; son sinónimo de leyenda, aún estando en bandos contrarios. Su valor y entrega en aras de sus respectivas naciones, son motivo de inspiración que aún perduran hasta nuestros días.
Feliz día de las Glorias Navales
Excelente relato. Sin duda una leyenda en la historia de nuestra patria. Feliz día de las glorias navales!