"La maldición de toda persona vinculada a la realeza, es ser comparada con sus antepasados. Muchos monarcas dan inicio a sus reinados desde la comodidad del palacio. En este caso, el ascenso se dio desde el encarcelamiento"
Bien hallado, estimado publico. Nos encontramos en una nueva entrega cultural, vinculada a las próximas apuestas que Mitos y Leyendas tiene para ustedes.
El día de hoy, iremos varios siglos en el pasado, donde el poder en el mundo, era muchas veces respaldado por el poder de la espada. Una época, donde las oportunidades de acceder al poder, eran en base al poder militar…o quizás, un poco de suerte. Ese es el inicio de uno de los monarcas más famosos de la historia de Inglaterra. Temido por su carácter, este rey llegaría a poner a su pais, en una posición de liderazgo sin precedentes para la época. Con ustedes, el temible Eduardo I, el Zanquilargo.
Un hombre con suerte
Nuestra historia inicia con un joven príncipe Eduardo, quien desdeñoso de la gestión del reino por su padre el rey Enrique III, ansia el trono. Este deseo de poder, se vería truncado cuando una rebelión de los barones ingleses, encabezados por el cruzado Simón de Montfort, les haría a Eduardo y a su padre prisioneros, por su fracaso en la batalla de Lewes.
Si bien el encarcelamiento hizo desolador el futuro para Eduardo, el destino le brindo una oportunidad que puso a su alcance el poder mas que nunca. Esa chance vino de la mano de Gilbert de Clare, un comandante normando que deserto del bando rebelde, para encontrar mejor fortuna, al unirse a Eduardo. Esto le permitiría alzarse victoriosos entre sus enemigos, en la batalla de Evesham, en 1265. La revuelta de los barones fue sofocada con gran velocidad por Eduardo, cosa que restituyo a su padre y a él al reinado de Inglaterra. Desde luego, estaba a la vista quien era el verdadero regente del pais.
Un heredero cruzado
Los sanguinarios resultados obtenidos por Eduardo, habian asegurado cierta estabilidad en el reino, aunque ello se logro a costa de su propio honor. La forma en que sofoco la rebelion de los barones, en conjunto con la inhumana forma con que ejecuto a su rival Simon de Montfort, le valieron un fuerte cuestionamiento en el pueblo y la nobleza ¿Quien querria que el trono de Inglaterra, fuese ocupado por un carnicero sin escrupulos?
Esto impulso a Eduardo a reconsiderar su imagen respecto a su pais, cosa que le llevo a canalizar su ímpetu guerrero, en otros escenarios. Afortunadamente, esa oportunidad llegaría de la mano de las cruzadas en Tierra Santa. Emulando el coraje de su antepasado Ricardo Corazón de León, Eduardo tomo la cruz y la hizo su estandarte en su lucha al defender San Juan de Acre de los ataques árabes, encabezado por el sultán sarraceno Baybars. Si bien logro poco en esta campaña, debido al poco refuerzo con que contaba para sus combates, su recompensa llegaría al cabo de un breve tiempo: su padre había fallecido, y con él, todo obstáculo para finalmente alcanzar la corona de Inglaterra. Un hecho que se dio el 19 de agosto de 1274, en un pais relativamente estable.
El monarca fronterizo
Con la corona inglesa en su poder, Eduardo I había determinado una nueva política expansionista para su reino. En una ambiciosa visión conquistadora, el nuevo monarca proyecto sus planes hacia Gales, donde Llywelyn ap Gruffydd, rey de dichas tierras, había estado oponiéndose a la expansión del poder ingles. El punto álgido de estas provocaciones, llegaría cuando este rey gales, tomaría por esposa a la hija de Simón de Montfort.
Propio de las más astutas guerrillas, Eduardo opto por distanciarse de las guerras existentes entre los galeses, y cambiar su estrategia. En lugar de hacerles frente en campo abierto, el rey ingles ordeno la fortificación de la frontera con Gales, desgastando a su enemigo al reforzar el proceso de colonización. La estratagema fue un gran éxito. Eduardo estaba satisfecho, y Gales, pacificada. Nada había en el sur de Gran Bretaña, que quedase fuera de su poder.
Marcha hacia Escocia
Con Gales asegurada, Eduardo dirigió sus intereses hacia las Tierras Altas de Escocia, lugar que buscaba anexionar en primera instancia, por la vía pacifica. Eduardo había asegurado la estabilidad de Inglaterra, tomando referencias europeas para un gobierno más eficaz, llegando a ser comparado con el propio emperador Justiniano. Cuando el rey Alejandro III murió, Eduardo reclamo derecho sobre la corona escocesa, cosa que le hizo designar a John Balliol como su rey. Este acto, buscaba asegurar tributos de Escocia, así como fuerzas que reclutar, para sostener su guerra contra Francia. El efecto logrado, fue todo lo contrario.
Escocia no se permitiría un gobierno encabezado por un partidario de los ingleses, cosa que les hizo acudir a Francia. Este hecho, crearía la Auld Alliance, también llamada la “Vieja Alianza”, entre Francia y Escocia, en contra de Inglaterra. Eduardo estallo en ira, al ver la ineficacia de su marioneta en Escocia. Si los escoceses no atendían razones diplomáticas, puede lo hicieran si Eduardo enviase a sus poderosos ejércitos contra ellos.
El Zanquilargo fue increíblemente cruel con los escoceses. No solo asesinaba a cancha, tiro, y lado; también se servía de todas las formas posibles, para humillar a sus adversarios. El ataque de Escocia tendría lugar por fin, en la localidad de Carlisle, del que apenas lograron éxitos. Esta ofensiva motivo el actuar de Eduardo, declarando la guerra a Escocia, y saqueando la ciudad de Berwick. En respuesta a este ataque, la ambición de Balliol le hizo rebelarse contra quien puso la corona escocesa sobre su cabeza. El desastre, vendría en la Batalla de Dunbar, donde Balliol fue aplastado por Eduardo, y despojado de sus honores.
Como golpe de gracia, Eduardo ataco la localidad cercana de Scone, donde se guardaba como reliquia, la Piedra de la Coronación. Un objeto sagrado para Escocia, que por tradición era usada para santificar a los nuevos monarcas. La furia de Eduardo, tomo posesión de este objeto, y lo hizo su trofeo por una gran campaña hasta ese momento. Fue llevada a la Abadía de Westminster, y colocada debajo del trono de Eduardo, a fin de honrar al resto de los monarcas, que viniesen tras su legado.
Palabras al cierre del articulo
El legado de Eduardo I, el Zanquilargo, estuvo vinculado a una política expansionista muy eficaz, aunque no exenta de las crueldades propias de la guerra. El carácter irascible y aguerrido de este monarca, aseguro un poder en Inglaterra sin precedentes. Con la imponente fuerza con que avanzaron en el sur de Gran Bretaña, las tropas inglesas fueron consolidando su poderío y experiencia, como avezados combatientes.
Sin embargo, estas continuas victorias logradas a Escocia, si bien lograron minar la moral en las gentes de las Tierras Altas, no seria para siempre. El descontento de toda Escocia, se materializaría tiempo después, en el liderazgo de uno de sus más grandiosos lideres…pero esa, es historia para el siguiente articulo.