Texto por JL Flores.
Cuando cierro los ojos y pienso en los dioses del mundo antiguo el primer ser que se me viene a la cabeza es Zeus, el señor del Olimpo, el hijo de la rebeldía. No es raro que esto me pase, después de todo su rol en la cosmogonía clásica era gobernar a los dioses y supervisar el universo.
Era el más joven de los descendientes de Cronos y Rea. Al nacer el rey de los titanes reclamó a su hijo recién nacido para engullirlo, como había hecho con sus otros hijos, pero Rea le entregó una roca envuelta en pañales en vez de su hijo, la que el titán Cronos se comió sin dudar. Rea escondió a Zeus en una cueva de creta en donde fue criado y cuidado de diferente manera según cada versión de la historia.
Al hacerse mayor y más fuerte, subió al Olimpo a retar a su padre Cronos y rescatar a sus hermanos comidos anteriormente. Existen diferentes versiones que cuentan como hizo vomitar a Cronos a todos sus hermanos, pero hay que decirlo: Zeus no solamente liberó a sus hermanos de su padre, sino también a los Cíclopes y Hecatónquiros quienes estaban encerrados en el oscuro Tártaro. Como muestra de agradecimiento, los Cíclopes le obsequiaron el rayo.
Zeus finalmente derrotó a Cronos y al resto de los titanes en la guerra de la Titanomaquía y los encerró en el Tártaro. Claro, este no fue su único conflicto, pero sin duda el más notable.
Según la mayoría de las tradiciones, el gran dios estaba casado con Hera, con quien engendró a Ares, Hebe y Hefesto; sin embargo, sus escapadas amorosas produjeron otra gran cantidad de hijos entre los que podemos contar a Apolo, Atenea, Artemisa, Hermes, Perséfone, Dioniso, Perseo, Heracles, Helena de Troya, Minos y las Musas.
Como dijimos, Zeus desempeñaba un papel dominante, presidiendo el panteón olímpico de la Grecia Antigua. En algunos sentidos, era para los griegos la encarnación de sus creencias religiosas y la deidad arquetípica. Cuando se lo representa gráficamente aparece como un hombre con una gran cabellera y prominente barba y con sus atributos más importantes: el cetro y el rayo, pero también se lo ha representado en varias de sus transformaciones.
Tradicionalmente se lo representó en dos posturas bien distintas entre sí, por un lado, avanzando con un rayo levantado en la mano derecha y por otro sentado de manera majestuosa, como buen dios de dioses. Entre sus atributos se cuentan: el rayo, el águila, el toro y el roble.
Falto el Zeus de inmortales